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Dry January… ¿Y qué pasa en Febrero?

Las cinco alegrías de los que lo han puesto a prueba.

Términos como “sober-curious”, “mindful drinking” o el recién incorporado “zebra-striping” están calando entre nosotros con fuerza. ¿Por qué sentimos la necesidad de dejar de beber alcohol y – más importante aún - ¿Qué sucede cuando lo hacemos?

Las razones para adoptar el Enero-cero (¡Ya tenemos expresión castiza!) suelen coincidir: “las navidades me han dejado como una esponja saturada de alcohol”, “me siento hinchada”, “no me gusta la sensación de cansancio y falta de lucidez después de salir el fin de semana”, etc. Dejar el alcohol durante un mes nos ayuda a descubrir nuestra relación con el alcohol. En el caso de los amantes del vino, la situación puede ser más peliaguda: el vino es parte de su identidad, de su rutina e incluso de su trabajo. Y, aún así, cada vez más gente se tira a la piscina y decide descansar y experimentar para descubrir su verdadera relación con el vino.

Si aún no te has convencido de todo lo que puedes descubrir con un poco de descanso, sigue leyendo para saber lo que cuentan los que ya lo han probado:

1. No sabía que dependía tanto de la caña, el gin-tonic y la copa de vino. 

Como lo oyes. Hay un piloto automático del alcohol: bebemos para celebrar, para calmarnos, para socializar, para ver el fútbol, cuando estamos tristes, cuando estamos eufóricos… ¡Y descubrir que podemos hacer todo eso sin alcohol, nos libera y nos da superpoderes! El Dry January nos ayuda a reflexionar y a cuestionar hábitos que hemos normalizado.

2. Hago mejor la digestión

Lógico. Nuestro cuerpo no se lleva demasiado bien con el alcohol y nuestra microbiota, aún menos. Si al alcohol le unimos los sulfitos o el azúcar, tenemos listo el volcán de la clase de ciencias. Un mes sin alcohol es suficiente para notar los efectos y sentirse más ligero.

3. Duermo mejor

La copa de vino nos ayuda a conciliar el sueño, pero dormimos peor. Esto se debe a que el consumo de alcohol induce un sueño profundo al comienzo del ciclo, pero a medida que avanza la noche, la calidad general del descanso podría deteriorarse debido a la reducción de la fase de sueño de onda lenta (sueño profundo) y al rebote del sueño REM. Puedes leer el estudio aquí

4. Rindo más, física y mentalmente

Ya lo veías venir con los dos puntos anteriores: el cuerpo lo agradece y el sueño de calidad ayuda a tomar mejores decisiones en cuanto al deporte y la alimentación. Nos cuesta menos cuidarnos a todos los niveles, estamos más atentos, más tranquilos y tenemos menos altibajos.

5. Cada año me siento más sexy siendo abstemio durante un mes. Ya no somos raritos. Provocamos curiosidad y despertamos envidia. Ya no hay que esconderse. Según un estudio reciente en el Reino Unido todos los segmentos de edad por debajo de los 55 años han reducido su consumo. Y el bajón entre la generación Z (15-24) es el más acusado. Léelo aquí

Y, como propina, añado algo personal:

Los bares y restaurantes no están preparados para recibirnos. Me aburro de beber agua con gas. Abstemia y celiaca en el país de los bares. Pues sí. Los que no bebemos o lo hacemos ocasionalmente nos sentimos incomprendidos y excluidos. Somos la asignatura pendiente y la gran oportunidad de la hostelería. Si tienes dudas, habla conmigo y te abriré los ojos al mundo del NoLo (No and low-alcohol drinks). Tras pasar dos días formándome en el Club Soda, en Londres y apoyada en muchas horas de investigación y catas, estoy lista para ayudar a la restauración a incorporar este universo de bebidas emocionantes. Empezamos pronto con la formación en bebidas del Plant-based Diploma de la escuela Le Cordon Bleu en Madrid.

¡Y vendrán muchas más cosas que ocurren cuando una experta en vino se convierte en Health Coach!

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